Como tantos yo quería,
ver Paris y luego morir.
Y hoy no podría
estar sin vos un día.
Porque la razón
siempre se pierde
en los laberintos del amor.
La luna es la misma
en el cielo de Tokio
o la noche de Madrid.
Rodó por el mundo
mi herido corazón
y abracé el camino.
Un viaje eterno,
siempre acompañado
por mis sueños rotos.
Quien lo pensaría,
a veces tan irreal,
todo me llevo a ti.
En un lugar inesperado,
miraste mis ojos
y algo nos unió.
Estrellas de Buenos Aires,
espectadoras secretas
de ese momento mágico.
El reflejo de la luna
brillaba en tus ojos.
Y nos consumió el fuego
que tu beso encendió.
Y entre caricias me dijiste:
- La luna es la misma
en el cielo de Tokio
o la noche de Madrid.
El mejor lugar del mundo
es donde estemos
para siempre los dos.-
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