Ella dijo que no era un juego
y sonrió mientras se despedía.
La ciudad apagaba su voz
y en la multitud desaparecía.
En medio de la peatonal se detuvo.
Llevaba una bolsa blanca.
Me estremeció un déjà vu
y supe que debía alcanzarla.
Mis pasos eran de plomo.
Gritaba, pero nadie me escuchaba.
Entonces lloró bajo el sol
y se disparó en la boca.
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